La muchacha pasó ante mí
vivaz y ágil como un pájaro;
en su mano una flor resplandeciente
y en su boca un nuevo canto.
Ella puede ser la única en el mundo
cuyo corazón al mío respondería,
¡quien entrando en mi profunda
con una sola mirada lo aclararía!
Pero no, — mi juventud ha terminado…
Adiós, dulce rayo que cautiva —
Perfume, muchacha, armonía…
La felicidad pasó, — ¡y ya no es mía!
Gérad Nerval
Pintura: Mark Arian