Estoy y camino en tu cielo azul, el rincón del corazón donde todas las noches velo tus sueños, donde cada palpitación es un beso eterno.

Seguidores

30 de agosto de 2009

Reconocimiento del amor


Amiga, cómo carecen de norte
los caminos de la amistad.
Apareciste para ser el hombro suave
donde se reclina la inquietud del fuerte
(o que ingenuamente se pensaba fuerte).
Traías en los ojos pensativos
la bruma de la renuncia:
no querías la vida plena,
tenías el previo desencanto de las uniones para toda la vida,
no pedías nada,
no reclamabas tu cota de luz.
Y te deslizabas en ritmo gratuito de ronda.
Descansé en ti mi fajo de desencuentros
y de encuentros funestos.
Quería tal vez -sin percibirlo, lo juro-
sádicamente masacrarte
bajo el hierro de culpas y vacilaciones y angustias que dolían
desde la hora del nacimiento,
estigma desde el momento de la concepción
en cierto mes perdido en la Historia,
o más lejos, desde aquel momento intemporal
en que los seres son apenas hipótesis no formuladas
en el caos universal.
¡Cómo nos engañamos huyéndole al amor!
Cómo lo desconocimos, tal vez con recelo de enfrentar
su espada reluciente, su formidable
poder de penetrar la sangre y en ella
imprimir una orquídea de fuego y lágrimas.
Pero, él llegó mansamente y me envolvió
en dulzura y celestes hechizos.
No quemaba, no brillaba, sonreía.
No entendí, tonto que fui, esa sonrisa.
Me herí con mis propias manos, no por el amor
que traías para mí y que tus dedos confirmaban
al juntarse a los míos, en la infantil búsqueda del Otro,
el Otro que yo me suponía, el Otro que te imaginaba,
cuando -por agudeza del amor- sentí que éramos uno sólo.
Amiga, amada, amada amiga, así el amor
disuelve el mezquino deseo de existir de cara al mundo
con la mirada perdida y la ancha ciencia de las cosas.
Ya no enfrentamos al mundo: en él nos diluimos,
y la pura esencia en que nos transmutamos perdona
alegorías, circunstancias, referencias temporales,
imaginaciones oníricas,
el vuelo del Pájaro Azul, la aurora boreal,
las llaves de oro de los sonetos y de los castillos medievales,
todos los engaños de la razón y de la experiencia,
para existir en sí y para sí,
con la rebeldía de cuerpos amantes,
pues ya ni somos nosotros,
somos el número perfecto: Uno.
Tomó su tiempo, yo se, para que el «Yo» renunciase
a la vacuidad de persistir, fijo y solar,
y se confesara jubilosamente vencido,
hasta respirar el más grande júbilo de la integración.
Ahora, amada mía para siempre,
ni mirada tenemos para ver, ni oídos para captar la melodía,
el paisaje, la transparencia de la vida,
perdidos como estamos en la concha ultramarina de mar.

Carlos Drummond

28 de agosto de 2009

Amor eterno



Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor

Gustavo Adolfo Bécquer



26 de agosto de 2009

La única mujer



La única mujer que puede ser
es la única que sabe que el sol para su vida empieza ahora
la que no derrama lágrimas sino dardos para
sembrar la alambrada de su territorio
la que no comete ruegos
la que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo
y es tierna sin vergüenza y dura sin odios
la que desaprende el alfabeto de la sumisión
y camina erguida
la que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola
la que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia
y la ejecuta con gracia
la que se libera en el amor pleno
la que ama
la única mujer que puede ser la única
es la que dolorida y limpia decide por sí misma
salir de su prehistoria.

Peralta Bertalicia

23 de agosto de 2009

Mensajes


Cómo amaba los manuscritos de tus manos
en la alfombra
en la mesa de todos los días
en los mansos atardeceres
en el polvo de la ventana
en la monótona arena de la playa
Mansas manos
mensajes monosilábicos
Pero nunca supiste qué palabra escribías.

Cristina Peri Rossi

20 de agosto de 2009

Bajo el arco iris



La has emprendido con tu plumero de estrellas y caricias contra los fantasmas que habitaban

mis pulmones, mi cerebro, mi vientre, vas barriendo con un viento suave las sonrisas pegadas

a mi sangre y las veo irse resignadas al lugar de los recuerdos, donde deberían haber estado

ya hace días si yo no me hubiera aferrado a sus pliegues como a un árbol durante una tormenta.

Sin embargo ahora estás vos y el mundo va recobrando poco a poco su redondez de naranja,

su calorcito, la intimidad de su aire de calle conocida y puedo volver a reír, saltar, caerme,

conociendo la cercanía de tus manos para tomarme por los hombros y acercarme allí donde

late tu vida, mientras voy poniendo tierra y arena sobre caminos inciertos; haciendo el caminito

de mi huella al lado de la tuya, sembrando flores, piedritas blancas, bajo el arco iris que salió

triunfante y lleno de colores después de la última lluvia.

Gioconda Belli

18 de agosto de 2009

Tu nombre



Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.
Trato de escribir que te amo.
Trato de decir a oscuras esto.
No quiero que nadie se entere,
que nadie me mire a las tres de la mañana
paseando de un lado a otro de la estancia,
loco, lleno de ti, enamorado, iluminado,
ciego, lleno de ti, derramándote.
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.

Jaime Sabines

16 de agosto de 2009

Dilo, dilo otra vez...



Dilo, dilo otra vez, y repite de nuevo
que me quieres, aunque esta palabra repetida,
en tus labios, el canto del cuclillo recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera

llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del cuclillo.
Me saluda en las sombras, amado mío, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,

clamo: «¡Vuelve a decir que me quieres!» ¿Quién
teme un exceso de estrellas, aunque los cielos colmen,
o un exceso de flores ciñendo todo el año?

Di que me quieres, di que me quieres: renueva
el tañido de plata ; mas piensa, amado mío,
en quererme también con el alma, en silencio.

Elizabeth Barrett Browning
Versión de Màrie Manent

15 de agosto de 2009

DE LOS SUEÑOS



¿Qué dirías si hoy te invitara a mis sueños?
Tus labios de manzana
sobre la piel golosa de mis ingles
toda la noche -di, ¿qué pensarías?-,
tu saliva frutal levemente aromando
el hambriento contorno de mi vientre...
Qué cosecha tan dulce
(semillas y caricias y extravíos)
para un mundo sin sol.
Dime, ¿no acudirías
si también esta noche te convoco a mis sueños?

De "Alcoba del agua" 2002
Josefa Parra




6 de agosto de 2009

Truca'm


Epístola o cançó a l'espera
de música...

Truca'm, amor, la porta;
com el vidre tremola un instant
quan el vent acarona l'arbreda,
així t'espere, jo, paraula oferta, goig.
Truca'm la porta, amor,
no t'espanten els lladrucs de la por;
jo t'espere
con només ho saps tu, em pense.
Mai no és llarga l'espera, ni és silenci,
si tu has de venir, amor meu, a cercar-me.
Vindrás, amor, a veure'm?
Una altra volta almenys, una només
si vols, una carícia,
una paraula, veure't,
sentir-te respirar al meu costat, com un foc;
somriure amb tu, escoltar
el desig arrugant els llençols del silenci,
dintre la música del temps,
l'harmonia dels núvols al fons d'una finestra,
els teus llavis, amor, els teus llavis,
una font, una sínia, una fira de goig;
i les mans
i cançons i deler i un contacte de roba,
perfum lleuger que desperta,
un ventijol d'estiu, només, a penes
si un preludi d'inici al tacte de les pells.
bé saps tu com t'estime, amor amic amat,
criatura del somni, dolcíssima ficció.
La meua ment, atenta, tota
per sentir-te a la vora, escoltar
els teus mots, espill preciós d'estima.
Truca'm, amor, la porta. Truca'm.
Tot el gaudi del món t'espera entre els meus braços.
Vine.
A l'hora, dia, instant o vida que em demanes.
Potser no saps, amor,
amb quina urgència et faig aquesta crida.
T'espere.
Truca'm.
Vine.
Abraça'm.

T'estime.


Epístola o canción a la espera
de música...

Amor, llama a mi puerta;
como tiembla el cristal por un instante
cuando el viento acaricia la arboleda,
así te espero yo, ofrecida palabra, gozo.
Amor, llama a mi puerta;
no te espanten los ladridos del miedo;
te espero
como sólo tú sabes, me imagino.
Nunca es larga la espera, ni es silencio,
si eres tú, amor, el que vendrá a buscarme.
¿Vendrás a verme, amor?
Otra vez al menos, una sola
si quieres, una caricia,
una palabra, verte,
y, como un fuego, oírte respirar en mi costado;
contigo sonreír, escuchar
el deseo arrugando las sábanas de todos los silencios,
dentro del tiempo de la música,
armonía de nubes al fondo de ventanas
y tus labios, amor, tus labios,
una fuente, una noria, una feria del gozo;
y las manos
y canciones y pasión y un contacto de ropa,
ligero pefume que despierta,
ventolina en verano, sólo, apenas
si un preludio de inicio al tacto de la piel.
Sabes cómo te quiero, amor amigo amado,
criatura del sueño, dulcísima ficción.
Mi mente, atenta, toda
de sentirte a su lado, de escuchar
tus palabras, precioso espejo del amor.
Llama a mi puerta, amor. Llama a mi puerta.
Todo el goce del mundo te espera entre mis brazos.
Ven.
A la hora o el día o el instante o la vida que decidas pedirme.
Tú no sabes, tal vez, con qué urgencia hoy te llamo.
Te espero.
Llámame.
Ven.
Abrázame.

Josep Piera
(Traducido al castellano por Jaime Siles)




2 de agosto de 2009

CUANDO LLEGUES



Cuando llegues...
habrá un florecimiento de amapolas.
Un himno nuevo entonará la sangre;
y al sentir el milagro de tus manos,
brotarán de mi canto lirios blancos.

Me vestiré los tules nupciales de la aurora.
Bañaré mis cabellos con reflejos de sol;
habré puesto a mi boca el dulzor de las mieles,
y a mis senos, arrullos con preludios de amor.
Cantarán los minutos mis arterias cansadas.
Ya mi espera se tiende con caminos de luz;
pon a tus pies sandalias tejidas de ilusiones,
que hallarán primavera cantando plenitud:

Cuando llegues...
habrá germinación en los vergeles
al abrirse mi carne en floración;
y en el dulce cansancio de la entrega,
se mecerá una cuna y una flor.

Beatriz Zuluaga
Pintura: V.Volegov

1 de agosto de 2009

El tiempo de las uvas



Hasta ti costa de mis esperanzas
barco ebrionavego.

Conozco los continentes
para llegar a tu abrazo.
Conozco los delirios
que traerá el temporal.

-El viajero no abandonó la patria
su amada hasta el fin de los días.
En el mar de los hombres.
En el mar de los nombres
me aventuro donde
las aves escapan
me indican el camino al sol.


María García Zambrano